Nota Publicada en el diario Página12
Sábado, 18 de octubre de 2014
“DEMAGÓGICO Y EFECTISTA”
Intelectuales, políticos,
periodistas y dirigentes de derechos humanos de diferentes posiciones políticas
salieron al cruce de quienes quieren involucrar a las Fuerzas Armadas en la
seguridad interior. Alertaron sobre el peligro que entraña “la especulación
política de corto plazo”.
Más
de un centenar de académicos, intelectuales, dirigentes políticos, artistas,
periodistas y miembros de organismos de derechos humanos manifestaron su
preocupación por la repetición del “discurso demagógico y efectista” que
propone utilizar a las Fuerzas Armadas en asuntos de seguridad pública e
hicieron un llamado a “no aceptar un retroceso contraproducente” y actuar con
“responsabilidad ciudadana”. El documento se titula “Fuerzas Armadas y
seguridad pública: para disipar confusiones”, advierte sobre los peligros que
entraña “la especulación política de corto plazo” y lleva las firmas de
personalidades diversas como la ex ministra Nilda Garré, la ensayista Beatriz
Sarlo, los ex cancilleres Jorge Taiana y Dante Caputo, el general retirado
Martín Balza, el politólogo Vicente Palermo y el periodista y presidente del
CELS, Horacio Verbitsky.
En los últimos meses varios
dirigentes plantearon la intervención militar en la represión del narcotráfico.
“Recientemente un ex presidente de la República, un candidato presidencial a
las elecciones 2015 y un ex ministro de Defensa ha hecho declaraciones en favor
del entrecruzamiento de las actividades militares con las policiales”, arranca
el documento, que evita los nombres propios pero advierte que el uso de
militares en tareas policiales contradice la normativa vigente y es “una opción
gravosa en varios sentidos, que remite más al pensamiento mágico que al
abordaje razonado de los problemas”.
Las Fuerzas Armadas existen “para
defendernos de eventuales amenazas armadas externas”. Los militares se educan y
adiestran “para la eventual aplicación de la violencia en el grado extremo que
requiere la guerra”, explica el documento. Para enfrentar los problemas de
seguridad pública, la República cuenta con “instituciones específicamente
diseñadas”, fuerzas formadas y entrenadas “conforme al marco constitucional y
jurídico vigente”. Se trata de las policías y fuerzas de seguridad, que en determinadas
ocasiones pueden “utilizar la coerción”. La “formación, adiestramiento y
doctrina” de las fuerzas “intermedias” les permite inclusive “mayor
flexibilidad y capacidad de respuesta para enfrentar amenazas a la seguridad
interior”, destaca el texto que suscriben también el ex ministro León
Arslanian, el constitucionalista Roberto Gargarella, el politólogo Juan Gabriel
Tokatlian, el dirigente radical Marcelo Stubrin, el ex fiscal Hugo Cañón y el
cineasta David Blaustein.
El marco legal vigente, fundado en
“un amplio consenso pluripartidario”, diferencia claramente las misiones y
campos de actuación de las fuerzas militares, policiales y de seguridad.
“Producir una desviación de las misiones de las FF.AA. hacia funciones de
seguridad pública involucra serios problemas y riesgos”, advierten. En primer
lugar, más allá de que todos usen armas, “soldados y policías están instruidos
para actividades diametralmente diferentes”, recuerdan. La supuesta eficacia
militar, advierten, está descartada. En los países que apelaron al recurso
militar se observa “la persistencia del crimen organizado, fundamentalmente del
narcotráfico”, un “incremento de los niveles de violencia y de violaciones a
los derechos humanos”, y también mayor corrupción por “la connivencia que suelen
mantener con los grupos a los que deben combatir”.
“Los argentinos aprendimos en
Malvinas que, si las FF.AA. desvirtúan su oficio”, como ocurrió durante el
terrorismo de Estado, “ulteriormente no son un instrumento apto para defender
la Nación”, recuerdan. Hacia el final se manifiestan “muy preocupados” al ver
que “dirigentes políticos exponen de manera poco responsable” sobre el tema y
advierten que “el pensamiento mágico es inconducente”.
“Creemos que la especulación política
de corto plazo engarzada a un discurso demagógico y efectista, cuyo objetivo es
policializar la labor militar, puede abrir la puerta a peligrosos futuros”,
señalan. Sin personalizar, arriesgan que en algunos casos se trata de un error
“ingenuo” y en otros de “interesados y riesgosos oportunismos”. Concluyen con
un llamado “a no aceptar un retroceso contraproducente, a aprender de los
errores de terceros y a encarar nuestros problemas de seguridad pública con
responsabilidad ciudadana, sin enconos y con discernimiento”.
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